salta ai contenuti
 
CNAPPC
 

Il commosso ricordo di Giancarlo Ius nelle parole di Jordi Querol (vicepresidente ACE-CAE)

 
Adiós Giancarlo:

Desde esta tarde de sábado, en una Barcelona calurosa y húmeda de verano, mi alma triste protesta por esa improcedente jugada del azar. Te digo adiós con rabia, mucha rabia.

Me entero que te has ido porque leo en mi móvil los mensajes de Carlos Hernandez Pezzi y de Fabian Llisterri; dos amigos de verdad que te querían mucho, muchísimo. Leer los mencionados mensajes ha sido muy duro. Ver en la insignificante pantalla de un móvil una noticia tan triste e inesperada parece una broma tenebrosa; algo irreal e inconcebible.
Deseándote lo mejor, me despedía de tí el pasado miércoles en Turín. Eras feliz, rebosabas alegría, y parecía que dominabas el mundo. Era fácil constatar tu rotunda seguridad, tu energía, tu juventud espléndida. Sabía la ilusión que te hacía ser presidente de la UIA, y estaba seguro de que lo conseguirías. Yo me alegraba de saber todo esto porque siempre he compartido con alegría las ilusiones de la gente que quiero. Pero, egoísticamente, también pensaba que los arquitectos necesitábamos a una persona como tú: un Giancarlo.

Nos hemos estado llamando contínuamente durante dos años. Todo empezó en tu magnífica boda en Pordedone. Ahora que te lloro, vienen a mi memoria muchas cosas: te veo encima de la Harley con Caterina (salisteis así del Ayuntamiento después de esposaros); te recuerdo en Barcelona cuando presentaste mi libro "24 Ciudades"; te advierto en el CAE disertando en  inglés, italiano, francés y español; oigo tu discurso educado y tu risa veraz cuando cenamos juntos después de aquel concierto en el teatro Verdi de Padova; admiro tus dotes de mando organizando aquel concurso de arquitectura en el Fiume; y percibo otra vez tu sonrisa inteligente cuando el pasado lunes, día 7 de julio, me presentabas en Turín como pianista.

Giancarlo, sé muy bien que lo mejor de tu persona era tu inmenso corazón; en él se alojaban tus emociones siempre limpias, tus pasiones llenas de bondad, y, mira por donde, ahora se detiene para fastidiar a Caterina, a tus familiares, y a incontables amigos; a mí, digerir tu ausencia me costará.

Turín y la UIA me tendrán que perdonar (sé seguro que no tienen ninguna culpa), pero en este momento un resentimiento especial aflora dentro de mí. Sé que el rencor no tiene ningún sentido intelectual, pero sin querer me sale del alma. Luchabas limpiamente para lograr una UIA mejor y, en Turín, tu corazón se interrumpe para no dejarte seguir. Ni Turín ni la UIA sabrán nunca (son simplemente una ciudad y una organización) que ellos te engulleron en su seno para siempre. Es así: en aquella ciudad, y luchando a favor de aquella organización, tu corazón generoso ha dejado de funcionar; es allí donde tú te frenas para siempre, es allí donde ocurre este fatal acontecimiento. Por eso, la UIA, y todos los que estábamos allí, hemos quedado marcados para siempre.

Hoy, desde que Carlos y Fabián me han notificado que tu corazón ya no late, no puedo dejar de llorar. No soporto pensar que ya no estás.

Amigo Giancarlo:
¡ADIO!

JORDI QUEROL


 
 
 
Area Riservata
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
torna ai contenuti torna all'inizio